martes, 21 de febrero de 2012

ERÓTICAS. Samperio- Fischl.



Guillermo Samperio - Eric Fischl.





 Eric Fischl. "Bad boy", óleo sobre lienzo, 168 X 244 cm.



...por eso tengo un secreto pequeñito, así de chiquitito, pero al fin secreto, arturo, mi arturo, porque no estás enterado de que una vez restregué estos mismos senos en la boca de mario, el hijo mayor del portero, sí, el hijo del portero, los restregué en la boca de uno de los miembros de lo que tú llamas secta de asesinos o taciturnos homicidas que esperan en el recodo de cualquier pasillo. Precisamente en las manos de uno de ellos derramé los pedazos de carne que tú hiciste a un lado, como si fueran uno de tus life atrasados, y si quieres una verdadera enriqueta, aquí me tienes, porque algún día me tenía que pasar, porque ya no podía estar nada más sobándome contra mis propias manos, esperando inútilmente una desbandada de tus homicidas para violarme el cuerpo y luego, muchos luegos, resistir las embestidas inexistentes de tus truhanes y sátrapas y luego y luego a gozar hasta derretirme debajo de veinte tipejos de manos detestables que nunca llegarían, no, no podía esperar, arturito, yo misma lo provoqué con la ventaja de mis piernas, con la premeditación de mis senos, echándole encima mis carnes, sin dejarlo pestañear y luego mis senos, mis nalgas abundantes, y si quieres más detalles, le pagué, le di dinero para que no hubiera ambigüedad.

Ahí, parado en el quicio de la puerta, estaba mario, tan jovencito, sin imaginarse que esa mañana no habría bote de la basura ni periódicos viejos, sin saber que no se llevaría un peso sino veinte o treinta o cuarenta, lo que yo, arturo, lo que yo quisiera pagarle de nuestros ahorros; pero no creas que todo fue tan fácil, no, porque en ese momento, cuando él llamó a la puerta con su tímida mano, yo me revolcaba desnuda sobre la cama, como perra encerrada, sóbandome hasta llorar de dolor, y si no ha sido por esa coincidencia que yo tanto anhelaba no habría culpable; nada más le dije ven mijito, pásale, no tengas miedo, y mientras le ponía los primeros veinte pesos en la bolsa, mi mano ya le acariciaba su cosita y después, para mí, todo fue escandaloso y cachondo, y ahí mismo, en el sofá en que estoy sentada, me desabroché la bata y mis senos se desplomaron sobre su boca y hubo un poco de sangre en los pezones y violaciones de muchas maneras-si tú les quieres llamar violaciones-, después el jovencito parecía una fiera, la inocencia de su cara había desaparecido, lo que quería decir que mi mario, arturo, que mi mario también estaba loco y dócil y luego su cosita, ya sin pena, me recorría todos los rincones y las montañas de piel y los vellos de todos los rincones: así fue, arturo, nos revolcamos en el suelo, grité sin que me importaran nuestros eternos vecinos y el miedo que le vino a mi mario...*




*Tomado de "En el departamentito del tiempo", cuento de Guillermo Samperio, que forma parte del libro "Miedo ambiente y otros miedos".



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