domingo, 20 de septiembre de 2015

MI CEREBRO.




 LA FRAGILIDAD DE LA VIDA.




Todos tenemos un cerebro al nacer y si no está averiado por nacimiento o sufre un accidente ya estando en el mundo nos funciona y nos sirve para conocer el mundo, entenderlo y más o menos vivir en él, mi cerebro me sirvió desde que llegué a donde me tocó vivir, para conocer la parte del mundo en que estaba, me ayudó a darle significado que no es el que todos le damos y allí está la cuestión.

Entendemos al mundo y nos significa algo debido a una gran cantidad de factores que nos hacen ser como somos: en que país vivimos, que lengua aprendimos, cómo pensaban nuestros padres y gente cercana, en que lugar estamos, con que personas no familiares tenemos contacto, que nos enseñaron nuestros padres, familiares, profesores, libros que leímos, y los muchos aspectos de la cultura que están a nuestro alcance.

Mis abuelos, unos más y otros menos, tenían ganas y aspiraciones de saber, más que de tener dinero y eso lo sé desde pequeño, mi abuela materna, fue autodidacta desde muy joven, gustosa por los libros y los idiomas, buscadora de la información científica y ansiosa de enseñar así que desde muy jovencita empezó a enseñar idiomas en escuelas, pero también y sobre todo, enseñaba idioma, lenguaje, ciencia y todo lo que podía a sus cinco hijos.  

Así que mi madre tenía a la maestra en casa, mi abuela no le enseñaba los quehaceres de la casa así nomás, si era de la cocina le enseñaba física del cocimiento de los alimentos, las mezclas, los condimentos; si estaba limpiando la casa, le enseñaba por qué hacerlo de un modo u otro, siempre con una explicación del porque, ya en la escuela le enseñó a organizar, categorizar y darle lugar al conocimiento de acuerdo a su importancia.

De modo que mi mamá aprendió conocimientos, adquirió información, pero sobre todo, aprendió un método para pensar, una herramienta que ampliaba la herramienta natural que tenemos y casi sin darse cuenta, la enseñó a sus hijos y el aprendizaje principal era, encontrar explicación de todo, lo visible y lo invisible, lo concreto y lo abstracto, la ciencia, la sociedad, el arte, el pensamiento y todo lo que se cruzara en nuestro camino.

Para su imberbe redactor todo lo que llegaba a su cerebro era torrente inagotable de ideas que en mi mente hacían todos los recorridos posibles, viajaban, iban y regresaban, crecían y se transformaban, adquirían valor o lo perdían y al final, el resultado era lo de menos, lo verdaderamente maravilloso y razón para seguir pensando era el viaje en sí, cada día diferente y en cada edad nuevo.

Hasta que un día de Junio, un fuerte dolor de cabeza me avisó también que estaba olvidando, la herramienta no funcionaba, no recordaba una gran cantidad de palabras, nombres y procedimientos para razonar, podía leer y no entendía, las palabras no se conectaban para decir algo, si escribía, a duras penas me daba a entender y que difícil era encontrarle significado al mundo, supe entonces que el cerebro no es siempre el mismo, que puede cambiar, pero no para ser cada día mejor, es frágil, muy frágil, tanto como la vida misma.

Los días previos a la cirugía para extirpar el tumor en mi cerebro, sabía que todavía funcionaba mi máquina, lejos de la capacidad que le conocía, pero temía que la operación necesaria para retirar al intruso, podía dejarme en peores condiciones, eso no sucedió, los daños son mínimos, estoy razonando y escribiendo, pero la vida cambió y sé para siempre que la fragilidad no es algo muy lejano, vive conmigo y curiosamente la conciencia de la fragilidad me hace más fuerte.

  

 

6 comentarios:

  1. Te quiero, carnal, frágil del coco pero fuerte de todo lo demás para seguir jugando a la vida hasta que se deje.

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  2. Gracias por compartinos estas palabras, pero sobre todo, gracias por habernos dado un ejemplo de fortaleza. Te quiero mucho papá!

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  3. Amigo Ariel, te acabo de escribir a tu mail personal, antes de saber de este conmovedor y honestísimo texto. Sólo quiero reiterar toda mi solidaridad, y enviarte el abrazo acarnalado correspondiente. Mucha fuerza, y gracias por compartirte con los demás (porque eso haces), y enriquecernos con ello.

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  4. Gracias carnal, gracias hija amada y gracias mi cuate y sus acarnalados abrazos.

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