viernes, 5 de abril de 2013

PERSONAJES. Enrique Quezadas.




ENRIQUE QUEZADAS





El señor Quezadas se llama Enrique, pero bien hubiera andado por el mundo llamándose Modesto, sin inmutarse, con naturalidad, como pez en el agua, porque la modestia parece ser el sello primordial de su personalidad, siendo dueño de un talento musical extraordinario, va dando pasos inseguros, atenuados, como para no hacer ruido y ser notado, el ejemplo más notable de esta que parece ser una modestia cautelosa es que, siendo ya un músico muy experimentado y haber ganado premios por la música que hizo para el cine, más haber participado en algunos experimentos memorables en el ambiente subterráneo musical mexicano, empezó a componer canciones, contando ya con 40 años de edad.

A los 22 empezó sus estudios musicales inclinándose por el piano como su instrumento favorito y al poco tiempo, ya estaba involucrado en el movimiento de "canto nuevo", el nuevo rock mexicano post avandárico* y el jazz hecho en el país, entre las décadas de los setentas y los ochentas, su seguro redactor, lo conoció por su participación en el memorable MCC (Música y Contra Cultura), grupo de rock ochentero que ya pasó a la historia como uno de los más consistentes, revolucionarios y en el que estaba uno de los grandes cantantes que ha tenido el rock nativo, Mario Rivas, quien falleció a muy temprana edad.

Después lo vi, recorriendo el circuito universitario y el de la cultura promovida por el estado, acompañando a Litto Nebbia en sus años de exilio, cuando la dictadura militar tomó el poder en Argentina y a la señora Pecanins, con quien grabó dos discos (si la alzhaimérica memoria no me falla), antes de participar en Trilce, otro grupo revolucionario y propositivo, al tiempo que componía música para el cine, actividad que le dió como cosecha, un Ariel y una Diosa de Plata.

Y como decíamos al principio, a los cuarenta empezó a grabar discos a nombre propio, con canciones compuestas y cantadas por él y otras para ser interpretadas por otros y otras artistas, si hoy se hace una revisión de la historia musical mexicana, "no comercial" de consumo no masivo, popular pero elitista a la vez, se va a encontrar el nombre de Enrique Quezadas con mayor frecuencia de la que uno puede imaginar.




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