martes, 8 de mayo de 2012

CON LA LUNA. Enrique González Martínez.




ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ.
"Visión Lunar".


 


Enrique González Martínez, es una de las glorias de la poesía mexicana de todos los tiempos, nacido en 1871, era heredero de la cultura y el espíritu decimonónicos, pero en su quehacer literario y en sus cargos públicos, fue un hombre del siglo XX, docente, catedrático, funcionario público y diplomático, ejerció estas funciones con la finalidad de aportar su esfuerzo al crecimiento y consolidación de la nación que se renovaba, después de la guerra civil de 1910-1917 y fue tal su afán de servir al estado mexicano que aceptó un cargo que le ofreció Victoriano Huerta, el general que traicionó a Madero y usurpó la presidencia de la república, en una decisión que lamentaría el resto de su vida.

Como poeta tenía en su juventud, dos modelos paradigmáticos: Rubén Darío y Amado Nervo y como buen espíritu inquieto y revolucionario, los homenejeó, criticándolos, desafiándolos y profundizando en sus enseñanzas creando formas nuevas de abordar la creación poética o adoptando las más vanguardistas de su época, de modo que no fue un poeta "acomodado", que hubiera sobrevivido y destacado, tan solo con su talento, pero decidió arriesgar todo en su afán de encontrar su ideal de la belleza.




VISIÓN LUNAR.


Bajo la plateada caricia de la luna
que se lavanta,
y bajo de un rocío mirífico de estrellas,
cruzan las tres hermanas silenciosas y bellas
y los musgos parecen sonreír a su planta...
Y van silentemente, sin mirar cosa alguna,
bajo la plateada caricia de la luna.

Van blancas y desnudas, cogidas de la mano,
la vista al cielo...
Se tiende solitaria la cinta del camino,
y cuando cruzan ellas, un lampo repentino
la huella de sus pasos dibuja sobre el suelo...
Y yo voy persiguiendo su resplandor lejano,
y ellas marchan desnudas, cogidas de la mano.

A la más joven nimba un halo de tristeza;
vívidas rosas
tejidas en guirnaldas ostenta la segunda,
y un erótico ambiente de aromas la circunda;
y la tercera virgen de miradas radiosas
ciñe un laurel, y un astro titila en su cabeza...
A la más joven nimba un halo de tristeza.

Bajo la plateada caricia de la luna,
van su camino;
y en tres rutas diversas se divide el sendero,
y cada cual elige distintos derroteros,
y ofrece cada una diferente destino...
Y yo me quedo absorto, sin seguir a ninguna,
bajo la plateada caricia de la luna. 



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