DAVID BOWIE.
THE MAN WHO SOLD THE WORLD.
1970.
El segundo álbum de Bowie y ya estaba el primer cambio en la carrera de este hombre que no puede quedarse donde está y tiene que estar cambiando constantemente, de entrada había en el equipo dos personajes fundamentales, Tony Visconti como productor en este y muchos discos más, constituyendose en parte indispensable del sonido Bowie.
El otro personaje importantísimo era Mick Ronson, el guitarrista de extraordinarias cualidades sin quien los discos de esta etapa no hubieran sonado así, Ronson les imprimía un sello muy especial, con Bowie, sin Bowie y a pesar de Bowie.
Por otra parte, el sonido es extraordinariamente consistente, explosivo y emotivo y en esto tiene que ver mucho, el trabajo de Ronson, pero además el tono desencantado de la voz de Bowie hacen de este disco único en la discografía del camaleón, tan dado a repetir un "sonido " en dos o tres álbums, hasta perfeccionarlo y sacarle todo el jugo.
De este disco salió a la inmortalidad la canción que da nombre a toda la obra y que años después tuvo se segundo aire cuando Kurt Cobain y compañía, lo grabaron en la última grabación de Nirvana, curiosamente no es uno de los discos con más canciones exitosas pero sí es, uno de los más completos y disfrutables por su homogeneidad y consistencia.
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Un sonido muy duro en ocasiones gracias a Ronson. Un discazo.
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