El convento de San
Francisco de Asís en la Ciudad de México
Gabriela López García.
Tres fueron las órdenes
mendicantes que llegaron a México para cumplir labores de evangelización. Los
franciscanos fueron los primeros en llegar a territorio mexicano y vinieron con
la firme convicción de que las tierras recién descubiertas eran idóneas para
difundir la palabra de Dios a una población que carecía del conocimiento de
Cristo Jesús.
Los franciscanos arribaron a la
Nueva España en 1524. Después de algunas vicisitudes se organizaron las
custodias religiosas en la ciudad de México, Texcoco, Tlaxcala y Huejotzingo
por ser lugares con una población indígena bastante numerosa.
La edificación de conventos fue
una tarea prioritaria en el proceso de evangelización. Varios fueron los
conventos que se construyeron para ese fin. En la Ciudad de México quizá el más
importante y el más grande fue el convento de San Francisco ubicado actualmente
en la calle de Madero 7, atrás de la Torre Latinoamericana.
La construcción actual data de
1710 y se puede apreciar una portada en la entrada lateral plenamente barroca.
Antes de esa fecha hubo dos construcciones, pero se desconocen las fechas de su
construcción y desaparición. La primera iglesia
posiblemente se fundó alrededor de 1524 pero se cayó debido al terreno acuoso
en donde estaba asentada. Recordemos que lo que hoy llamamos Ciudad de México
fue edificada en porciones de tierra bañadas por los antiguos lagos de Texcoco
y Xochimilco. Una segunda construcción se edificó sobre la primera. Pero al
igual que su predecesora desapareció. Sobre los vestigios de estas dos
construcciones se levantó la actual iglesia.
El edifico y el predio actual tiene
su importancia por varias razones: 1) ahí se erigió el primer convento e
iglesia en la Ciudad de los Palacios, 2) en ese lugar se estableció primera la escuela para indígenas que fundó Fray Pedro de Gante y 3) porque se
dice que ahí tuvo Moctezuma un jardín
con las aves más hermosas de los lagos para utilizar sus plumas en lo que hoy
se denomina “arte plumaria”.
El predio que ocuparon los
franciscanos media 32, 000 metros cuadrados aproximadamente. Esas dimensiones
abarcarían un cuadrado limitado al norte por la calle de Madero, al sur por la
calle de Venustiano Carranza, al oriente por la calle de Gante y al poniente
por el Eje Central.
Después de la confiscación de bienes
eclesiásticos en el gobierno de Benito Juárez, el predio fue dividido y el
lugar que ocupa la iglesia actual es bastante pequeño.
La iglesia de San Francisco colinda
con dos templos, uno católico y el otro protestante. El protestante es una
iglesia metodista en la calle de Gante y la otra es el Templo Expiatorio
Nacional de San Felipe de Jesús, éste sobre la calle de Madero. Por cierto,
vale la pena recordar que la calle de Gante debe su nombre al ilustre
franciscano flamenco Fray Pedro de Gante, quien fundó la primera escuela para
indígenas nobles llamada San José de los Naturales; este edificio estaba junto
al ex convento de San Francisco el Grande. En la lámina se puede apreciar las
dimensiones de esta construcción religiosa franciscana.
La iglesia está en funciones y
admite visitas en horarios distintos a las misas. Se entra por una puerta
lateral ornamentada por una preciosa fachada
barroca. La entrada principal está clausurada. En el interior se pueden
admirar tanto el retablo principal como las pinturas que engalanan las paredes
laterales.
Al salir de la iglesia puede
realizarse una tranquila caminata por la calle de Madero y apreciar los
edificios a su alrededor de estilos arquitectónicos diversos. Vale la pena
detenerse en el edificio llamado el Palacio de Iturbide para deleitarse con
una fina portada barroca y las exposiciones de pintura, regularmente novohispana
que ahí se realizan y que pertenecen al consorcio bancario de Banamex.
De nuevo sobre Madero, hoy calle
exclusivamente peatonal, nos detenemos en la esquina de Bolívar para observar
la Iglesia de la Profesa que alberga una pinacoteca de Pintura Sacra a cargo de
la Compañía de Jesús, otra orden mendicante que llegó a México en el siglo
XVII.
Siguiendo el curso de la calle de
Madero finalmente entramos en el corazón de la Ciudad de México, la Plaza de la
Constitución o “zócalo” como comúnmente la llama la gente. En ese cuadro se
erigen edificios importantes para los mexicanos, pero ellos serán tema de otro
escrito.
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