GRACIAS POR LA HERENCIA.
Dicen que pasamos una tercera parte de nuestra vida durmiendo, mi mamá pasó otra de esas terceras partes leyendo, el recuerdo más recurrente que tengo de ella en mi infancia y juventud, es esa, metida en su mundo de lecturas, mientras a su alrededor, se podía caer el mundo.
Verla tarde tras tarde, después de hacer sus labores domésticas, leyendo con voracidad y placer, entonces, ¿cómo evitar la curiosidad de entrar a ese mundo?
Es por eso que desde mi más tierna infancia, o sea, desde que aprendí a leer. inevitablemente entré en ese vicio, perdón, quise decir en ese hábito y hasta la fecha no puede pasar un día sin que lea, al menos el periódico.
Vivir con pocos muebles pero con muchos libros, sin duda que también me marcó y no concibo una casa en donde no haya una biblioteca que se respete, no importa la especialidad o especialidades, pero biblioteca al fin.
Y hoy que veo a mis alumnos y a mucha gente que conozco tan reacios a entrar a ese mundo maravillosa de la lectura y no encuentro la forma de inculcarles aunque sea un poco de gusto por ella, comprendo que esa es mi herencia y a mis desamparados niños nadie les dió una tan cuantiosa y bella.
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